miércoles, 8 de octubre de 2008

Sepamos Mas(+)de la Biblia No.22

El Reto de Ser Discípulo
“Subió Jesús a una montaña y llamó a los que quiso, los cuales se reunieron con él. Designó a doce -a quienes nombró apóstoles- para que lo acompañaran y para enviarlos a predicar y ejercer autoridad para expulsar demonios.” (Mar 3:13-15 NVI)
Ese es el reto que tenemos. El reto de ser discípulos de Cristo que, además, constituye un privilegio. Para aquellos que aman hacer la voluntad de Dios, el Cristianismo no es una carga ni una obligación, es un privilegio.
Discípulos y Cristianos
“… Durante todo un año se reunieron los dos con la iglesia y enseñaron a mucha gente. Fue en Antioquía donde a los discípulos se les llamó “cristianos” por primera vez.” (Hec 11:26 NVI)
Vamos a analizar dos de las palabras que aparecen aquí:
“Discípulo”, significa alumno. Tenemos un Maestro.
“Cristiano”, viene del griego «jristianós». De manera literal, significa “Cristo Pequeño”. No es el nombre del afiliado a una religión.
Tanto el Discípulo como el Cristiano buscan ser como Cristo. El Señor dijo que los discípulos no son mayores a sus maestros (Luc 6:40), pero deben ser como el Maestro. La palabra Cristiano en sus orígenes era un término peyorativo, una burla, un apodo asignado no sólo a los doce que lo seguían de cerca sino a cualquiera que siguera sus enseñanzas.
Los apodos suelen describir muy bien a quienes les son adjudicados.. ¿Te pondrían “el chambeador” por ser trabajador? ¿Seremos dignos del apodo “Pequeño Cristo”?
Hoy las burlas contra algunos “creyentes” -que no discípulos- suelen ser por otra razón: porque los tales dicen que son como Cristo pero en realidad no lo son.
¿Elegiste o te eligieron?
¿Sabías que eres Cristiano no es meramente porque lo elegiste? ¿Has escuchado hablar a la gente: escogí a Cristo? Eso no es cierto: Jesucristo es quien se decidió por ti.
Es común que presentemos a Jesús equivocadamente cuando decimos: ¿Quieres aceptar a Cristo en tu corazón? Es como si estuviéramos vendiendo algo. El precio de aceptar a Jesús es darle la vida, y no se debe pagar en abonos. Debes darle todo: tu noviazgo, tu trabajo, tu carácter, tu matrimonio, tus hijos, etc. Debemos entregar nuestra vida, sin reservas. No podemos tomar a Jesús como si fuere un hobby. El pasaje que estamos viendo en Marcos dice que Jesús llamó “a los que él quiso.”
El compromiso de ser Cristianos se ha rebajado tanto que pareciera que Dios está rogando que lo aceptemos, que nos necesita. ¡Somos nosotros quienes lo necesitamos a Él!
¿Se acuerdan de Juan el Bautista cómo le hablaba a la gente? Arrepiéntase porque el Reino de los Cielos está cerca. Así hacía entender a la gente que ser cristiano y discípulo de Jesús es el reto más grande que alguien puede tomar.
No me escogieron ustedes a mí, sino que yo los escogí a ustedes y los comisioné para que vayan y den fruto, un fruto que perdure. Así el Padre les dará todo lo que le pidan en mi nombre. (Jua 15:16 NVI)
Tenemos el honor de haber sido escogidos por Dios y debemos tomar el reto de seguir a Jesús.
Determinó y Redimió
Volvamos a ver el versículo de Marcos:
Subió Jesús a una montaña y llamó a los que quiso, los cuales se reunieron con él. Designó a doce –a quienes nombró apóstoles*–, para que lo acompañaran y para enviarlos a predicar y ejercer autoridad para expulsar demonios. (Mar 3:13-15 NVI)
“Quiso” significa “Determinar“. También dice que Jesús tuvo una inclinación con alegría. Jesús nos escogió con amor, con una sonrisa en su cara. Le dio gusto escogernos.
“Designó” se puede traducir como “Redimir, sacar (pagando por un precio)”. ¿De dónde sacó a Marcos? ¿A Pedro? Los sacó de sus vidas anterirores.
Tres Razones
El versículo de Marcos muestra tres razones por las cuales Jesús llamó a sus discípulos:
1- Que lo Acompañaran
Jesús pasaba tiempo con ellos para perfeccionarlos. No eran perfectos, pero estaban con Jesús. Si no tenemos comunión con Dios no tenemos nada bueno que ofrecerle a la gente.
En ese contexto, nuestro tiempo de oración debe ser un tiempo más de relación que de petición. Muchas veces buscamos a Dios con una larga lista de peticiones, en lugar de sencillamente buscarlo a Él. Dios ya conoce nuestras necesidades. Debemos ver qué es lo que Él nos pide. Ya no los llamo siervos, porque el siervo no está al tanto de lo que hace su amo; los he llamado amigos, porque todo lo que a mi Padre le oí decir se lo he dado a conocer a ustedes. (Jua 15:15 NVI) Aquí Jesús usa la palabra griega fílos para hablar del amor, es decir, está hablando del amor fraternal. Es posible y deseable tener esta relación con Jesús.
2- Enviarlos a Predicar
Los envió a la gente. Cuando estamos con Jesús, lo primero que desaparece es el egoísmo. Las doctrinas modernas que enseñan que debemos ‘reclamarle a Dios’ las cosas que nos ‘corresponden’ rebosan de egoísmo. Jesús miraba a las multitudes y tenía compasión de ellos porque los veía como ovejas sin pastor. Yo creo que igualmente Jesús mira a la iglesia mundial y los ve como ovejas sin pastor. Nuestra compasión debe ser igual a la de Jesús, por su gente, por su salvación.
3- Autoridad
Aquí vemos un proceso: primero estar con Jesús, luego tener compasión y al final tener autoridad. Hoy en día muchos quieren empezar por autoridad y no por la relación con Jesús. El egoísmo y la autoridad no se llevan: juntos producen autoritarismo. Debemos seguir el orden de Jesús: empezar por cultivar la relación con Él, mostrar su compasión y al final ejercer la autoridad que nos da.
Una definición casera de autoridad sería: Autorización para cambiar las cosas de mal a bien. Si se cambian las cosas de mal a peor, es autoritarismo. Un ejemplo es el voto democrático: escogemos a alguien para que cambie las cosas de mal a bien.
Muchos hoy en día no tienen autoridad ni siquiera sobre su propio dedo gordo para apagar el televisor, para dejar de ver obscenidades. La autoridad se muestra primero en uno mismo, ejerciendo el dominio propio -que no el demonio propio-
La autoridad es precedida por la responsabilidad.
Conclusión
Recordemos el orden del discípulo:

Empezar por la Relación. - Tener compasión.-Obtener la autoridad.
Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre. Y ya han olvidado por completo las palabras de aliento que como a hijos se les dirige: “Hijo mío, no tomes a la ligera la disciplina del Señor ni te desanimes cuando te reprenda, porque el Señor disciplina a los que ama, y azota a todo el que recibe como hijo.”* Lo que soportan es para su disciplina, pues Dios los está tratando como a hijos. ¿Qué hijo hay a quien el padre no disciplina? Si a ustedes se les deja sin la disciplina que todos reciben, entonces son bastardos y no hijos legítimos. (Heb 12:1-8 NVI)
Quiero ser su discípulo, tomo el reto este día. Quiero ser como mi Maestro Jesús. ¿Y usted?

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