miércoles, 3 de septiembre de 2008

Sepamas Mas de la Biblia No.17

Discípulos que dan fruto 2da Parte.
Lágrimas de Cocodrilo – Nunca Cambiaron
Al final del versículo 17, Jesús dice que estas personas “luego tropiezan.” Esto describe a otros que vuelven al pecado, pues nunca cambiaron de naturaleza. Lloraron en la presencia de Jesús, pero con lágrimas de cocodrilo.
Existe la creencia popular de que el cocodrilo llora mientras devora a su víctima. En realidad, las llamadas lágrimas de cocodrilo son una secreción acuosa que mantiene húmedos sus ojos cuando está fuera del agua… y nada tienen que ver con el llanto, entendido como expresión de dolor. Las glándulas salivales y las lacrimales del cocodrilo están situadas tan cerca entre sí que las unas no pueden actuar sin estimular a las otras, y por eso el cocodrilo “llora” mientras come. Pobrecito el cocodrilo.
Así hay personas entre nosotros: lloran, pero no se duelen por el pecado. Lloran, sí, pero por dentro siguen siendo cocodrilos. ¿Conoces a algún “Cristiano” así? Pedro lo expresa muy bien:
Porque si después de haber escapado de las contaminaciones del mundo por el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, de nuevo son enredados en ellas y vencidos, su condición postrera viene a ser peor que la primera. Pues hubiera sido mejor para ellos no haber conocido el camino de la justicia, que habiéndolo conocido, apartarse del santo mandamiento que les fue dado. Les ha sucedido a ellos según el proverbio verdadero: “EL PERRO VUELVE A SU PROPIO VOMITO,” y: “La puerca lavada, vuelve a revolcarse en el cieno.” (2Pe 2:20-22)
Aquí, donde habla del “conocimiento” de Jesús, la Biblia se refiere a un conocimiento netamente intelectual. Es como si uno le pregunta a un ateo qué se celebra en la semana santa: él puede responder correctamente sobre la muerte de Jesús y sus propósitos, pero tal conocimiento no lo salva. En este versículo, la naturaleza del perro es de volver a su vómito y la del cerdo es de revolcarse en el lodo. Aunque uno bañe al cerdo,él va y se revuelca en el lodo. Es como lo que pasa con algunos de los alcohólicos anónimos. Muchos han logrado vencer la adicción al alcohol, pero ese proceso no cambia su naturaleza. Pueden alcanzar la sobriedad pero seguir siendo adúlteros o ladrones por ejemplo. Jesús se refiere a gente que recibió ciertamente la Palabra, pero no nació de nuevo.
Creen por algún tiempo
En el relato de esta parábola, en Lucas, se explica que estas personas “creen por algún tiempo, y en el momento de la tentación sucumben.” Allí mismo en Lucas se nos relatan varios casos de personas que no dejaron su pecado:
Mientras ellos iban por el camino, uno Le dijo: “Te seguiré adondequiera que vayas.” “Las zorras tienen madrigueras (cuevas) y las aves del cielo nidos,” le dijo Jesús, “pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza.” A otro le dijo: “Ven tras Mí.” Pero él contestó: “Señor, permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre.” “Deja que los muertos entierren a sus muertos,” le respondió Jesús; “pero tú, ve y anuncia por todas partes el reino de Dios.” También otro dijo: “Te seguiré, Señor; pero primero permíteme despedirme de los de mi casa.” Pero Jesús le dijo: “Nadie, que después de poner la mano en el arado mira atrás, es apto para el reino de Dios.” (Luc 9:57-62)
El primer hombre seguramente veía cómo Jesús hacía milagros y multiplicaba los panes y los peces. Es casi seguro que creía bueno estar con Jesús porque él suple todas las necesidades. Mas el Señor, sabiendo la actitud del corazón, le hace ver que seguirlo no necesariamente le va a producir bienestar, sino que a veces le causará estrechez.
El segundo hombre también estaba preocupado por el dinero; cuando dice que “permíteme… enterrar a mi padre” está pidiendo al Señor que lo espere hasta que reciba su herencia. Es decir, primero déjame asegurarme materialmente, luego te seguiré. Esto me recuerda cuando el Señor me llamó a servirle, cuando tenía yo 22 años. Trabajaba en una empresa importante y el director me ofreció una gerencia donde tendría 300 personas a mi cargo. Apenas unos días después Dios me habló y me llamó al ministerio. Así que fui a ver al director, ya no para aceptar el ascenso sino para renunciar. Él me dijo: “¡Estás loco Olivares! ¿De qué vas a vivir? ¿Vas a vivir como los padrecitos?” -”Sí, más o menos” le dije, sabiendo que él no entendería que iba yo a vivir por fe. Hoy, con mucha humildad les digo que no me costó tomar esa decisión. Desde la perspectiva de esa experiencia personal con el Señor les aconsejo: no hagan como el segundo hombre de la parábola.
El tercero quiso ir a despedirse de los de su casa. Esto me habla de uno que tiene pena de seguir a Jesús, que quiere ser un “cristiano de la secreta”. Cuando Cristo llamó al publicano Mateo, la Palabra dice que éste dejó todo inmediatamente y lo siguió. Me imagino a Mateo dejando abandonada la mesa donde contaba monedas sin preocuparse por lo que dejaba, pues había encontrado la perla de gran precio. Hagamos lo mismo hermanos.
Continuara..............

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